En un mercado donde los productos y servicios parecen cada vez más similares, competir únicamente por precio es un camino rápido para reducir márgenes y desgastar a los equipos. Andre de Barros Faria, CEO de Vert Analytics, con una trayectoria consolidada en innovación y soluciones que transforman negocios y servicios públicos, enfatiza que la diferenciación estratégica significa precisamente lo contrario: construir ventajas que vayan más allá del descuento, generando mayor valor percibido, fidelización y espacio para un crecimiento sostenible.
En este artículo, explicamos por qué en el mercado y los servicios actuales es necesario generar valor más allá de los precios, además de ofrecer consejos para construir diferenciales en su empresa. ¡Siga leyendo!
¿Por qué competir únicamente por precio es insostenible?
La guerra de precios suele parecer, en un primer momento, una respuesta rápida a la presión de competidores y clientes. Sin embargo, al reducir valores sin una estrategia clara, las empresas comprimen márgenes, pierden capacidad de invertir en mejoras y acostumbran al cliente a negociar siempre “a la baja”. Como aclara Andre de Barros Faria, esto crea un círculo vicioso: cuanto más se concede, más difícil resulta justificar cualquier aumento futuro.
Además, el precio es un elemento fácil de copiar. Basta un clic o una llamada para que otro proveedor ofrezca algo similar por unos puntos porcentuales menos. Cuando la propuesta de valor de la empresa no está clara, el cliente pasa a ver a todos como equivalentes, eligiendo únicamente a quien esté más barato en ese momento. El resultado es una relación frágil, volátil y poco estratégica.
La diferenciación estratégica busca romper ese patrón al conectar oferta, posicionamiento y experiencia en torno a atributos menos replicables, como calidad de atención, especialización técnica, fiabilidad, velocidad, conveniencia, personalización y resultados concretos entregados al cliente. El objetivo es dejar de ser un “proveedor sustituible” y ocupar el espacio de socio de confianza.
Los pilares de la diferenciación estratégica
Diferenciarse de forma consistente exige una base clara. No se trata de “hacer un poco de todo”, sino de escoger pilares que tengan sentido para el público objetivo y para la capacidad real de la empresa. Andre de Barros Faria destaca algunos ejes centrales:
El primero es el enfoque en segmentos específicos de clientes. En lugar de intentar atender a todos de forma genérica, la empresa elige nichos en los que puede ser realmente excelente, comprendiendo las necesidades, el lenguaje y el contexto de ese grupo. La especialización permite crear soluciones más ajustadas, argumentos más precisos y relaciones más profundas.
El segundo pilar es la propuesta de valor clara. La organización debe responder, con objetividad, por qué alguien debería elegirla en lugar de cualquier otro competidor. Esta respuesta no puede ser “porque somos más baratos” o “porque ofrecemos calidad”, afirmaciones vagas y genéricas. Andre Faria explica que la propuesta de valor debe señalar beneficios específicos: reducción de riesgos, ahorro de tiempo, aumento de ingresos, simplificación de procesos, entre otros.
Por último, la diferenciación requiere coherencia entre discurso y práctica. No sirve prometer personalización y ofrecer un servicio estandarizado, o prometer agilidad y tener procesos internos lentos. La estrategia solo se sostiene cuando la operación, la cultura y los sistemas de la empresa apoyan realmente la propuesta de valor elegida.
¿Cómo construir diferenciación en la práctica?
Transformar conceptos en acciones concretas requiere método y disciplina. Un camino pragmático, alineado con la visión de Andre de Barros Faria, incluye algunas decisiones estructurales que pueden organizarse en pasos:
- Elegir un público objetivo prioritario y mapear sus necesidades críticas: Comprender profundamente los problemas, riesgos y expectativas de ese grupo, escuchando tanto a clientes actuales como potenciales.
- Definir claramente qué problema la empresa resuelve mejor que los demás: Conectar las capacidades internas con necesidades específicas del mercado, evitando promesas genéricas.
- Diseñar ofertas, paquetes y servicios que materialicen esa propuesta de valor: Ajustar alcance, nivel de servicio, plazos y entregables de forma coherente con el posicionamiento deseado.
- Alinear procesos, equipo y tecnología para sustentar esa diferenciación: Capacitar personas, ajustar flujos y, cuando sea necesario, automatizar rutinas que refuercen la experiencia prometida.
- Comunicar de forma consistente en los canales adecuados: El discurso de ventas, marketing, contratos y atención debe reforzar el mismo mensaje, sin contradicciones.

Estos pasos ayudan a salir de la abstracción y acercan la diferenciación a decisiones concretas del día a día, desde el diseño de propuestas hasta la entrega final.
El papel de la orientación al cliente y la prueba de valor
Una empresa verdaderamente diferenciada no se limita a hablar de sus cualidades: las demuestra con resultados tangibles. Andre Faria destaca que esto significa desplazar el foco de las “características del producto” al “impacto en el negocio del cliente”. En lugar de listar funcionalidades, se muestra cómo estas reducen costos, aumentan productividad, mejoran indicadores clave o disminuyen riesgos.
La prueba de valor puede adoptar diversas formas: estudios de caso, testimonios de clientes, indicadores de desempeño antes y después de la contratación, pilotos controlados o proyectos de menor alcance que demuestren capacidad técnica. Cuanto más concreta sea esta demostración, mayor será la disposición del cliente a pagar por algo diferente del estándar del mercado.
La orientación al cliente también exige escucha activa, ya que las empresas que se diferencian mantienen un diálogo constante con su base, ajustando ofertas, formatos de atención y canales de relación a medida que surgen nuevas necesidades. Esta escucha no debe ser únicamente reactiva (tras problemas), sino proactiva, mediante entrevistas, encuestas, talleres y acompañamiento cercano.
Diferenciación estratégica en entornos digitales y de alta competencia
En contextos digitales, donde la comparación entre proveedores es casi instantánea, la diferenciación debe ser aún más nítida. Sitios web, propuestas, materiales y experiencias en línea deben comunicar rápidamente qué hace única a la empresa. La presencia consistente en canales relevantes, la producción de contenido de autoridad y el uso inteligente de datos para personalizar interacciones refuerzan este posicionamiento.
Al mismo tiempo, la tecnología ofrece recursos para operacionalizar la diferenciación: automatizaciones que garantizan agilidad, plataformas que centralizan información, sistemas que permiten personalización a escala. Según la visión de Andre de Barros Faria, las empresas que combinan una estrategia clara con un uso inteligente de la tecnología logran ofrecer experiencias que parecen artesanales para el cliente, pero que están sostenidas por procesos robustos tras bastidores.
En síntesis, la diferenciación estratégica es una elección deliberada: decidir por qué quiere ser reconocida la empresa, organizar recursos en torno a ello y mantener disciplina para sostener ese posicionamiento a lo largo del tiempo. En lugar de competir solo por precio, la organización pasa a competir por valor percibido, relación, confianza y resultados. Es este movimiento, afirma Andre Faria, el que permite escapar de la comoditización, crecer de forma sostenible y mantener relevancia en mercados cada vez más disputados.
Autor: Maxim Fedorov


